lunes, 31 de enero de 2011

Nada queda borrado.

Después de aquel ridículo, lo único que deseaba era echar a llorar. Qué mañana despertara y todos lo hubieran olvidado. Que solo diera de hablar en la ocasión y al momento todo olvidado. Quería dormir, como la que espera ansiosa el amanecer que te da los buenos día, que te dice que hoy es un nuevo día para hacer las cosas bien.
Pero llega el día, sin ese ansiado amanecer y con la mierda que dejaste el otro día que ahora tienes que recoger.

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